Aunque algunas iniciativas toman elementos de ambos modelos, sí que podemos establecer una diferencia básica que suele cumplirse: mientras una incubadora no tiene por qué ir más allá de ser un espacio físico con algunos servicios básicos que acoja a startups en fases iniciales o incluso ideas a un precio reducido, a una aceleradora se le presupone un grado más avanzado.